domingo, 12 de abril de 2015

¿DE QUÉ EXPERIENCIA LÍMITE NOS HABLAN?

En el último trimestre el país ha vivido una experiencia límite, o así se desprende de lo que se comenta en todos los círculos nacionales. En los más de 40 años de consultoría a empresas nunca antes vimos una relación tan imprudente entre empresa y política. Los métodos de la administración se basan en un trabajo honesto, productivo, con una alta preocupación por las personas y por unas relaciones responsables con respecto al medio y a los constituyentes. Mucho de esto se estaría dejando de aplicar. Nos queremos detener en tres aspectos atingentes con una mirada desde la administración a esta experiencia límite: (1). La definición del problema, (2) el futuro, según las diferentes soluciones que se apliquen y (2) una visión somera sobre los recursos disponibles en la economía. (1) Para Kepner y Tregoe un problema, real y actual, es la diferencia entre: “lo que ocurre” y “lo que debería ocurrir”. Una vez que está definido el problema se buscan sus causas, que generalmente son cambios que han ocurrido y que han pasado desapercibido o que han sido introducidos por error o por falta de prolijidad o con intencionalidad. Una vez que se identifican las causas se estaría en condiciones de resolver el problema, interviniendo sobre ellas. Y, así, Kepner y Tregoe sigue describiendo su metodología. En este trimestre no se ha definido “el problema”, más bien los diferentes voceros se ha dedicado a confundir, a dar pistas diversas y contradictorias, acusar y condenar, parar y apurar las investigaciones, acotarlas, desviarlas, pedir repensar o cambiar legislaciones, acudir a instancias de hombres y mujeres buenas, y sigue. No se sabe cuántas empresas y políticos debieran investigarse, aunque todos o casi todos los documentos que son susceptibles de ser ideológicamente falsos están debidamente registrados. O sea, el problema no está definido, no hay para cuándo y lo más probable es que se tomen decisiones para “resolverlo” sin nunca haberlo identificado y comprobado sus causas. (2) Con respecto al futuro nos parece que se buscará una solución sin definir el problema y eso significará que se atacará a las consecuencias y no a las causas y, por lo tanto, tendrá que hacerse una gran difusión de las “salidas” para darles el carácter de serias y responsables. Si se “soluciona” el problema de esta manera (como se deduce de algunas propuestas dadas a conocer) las causas permanecerán y se harán presentes en cualquier momento en el futuro, y así hasta nunca acabar. Y lo más grave es que las promesas de cambio sólo serán una ilusión futura, porque las causa seguirán presentes provocando los mismos efectos actuales o muy similares. (3) Por último se puede hacer estimaciones sobre los recursos que han estado disponibles en la economía, que es de donde debieran haber salido los recursos que han dado nacimiento a esta experiencia límite. Hay diferentes fuentes, algunas nacionales y otras extranjeras, de los PIB de cada país, de los presupuestos nacionales y del patrimonio existente localmente. Por ejemplo: el PIB mundial anual en la actualidad se estima en aproximadamente 75 millones de millones de dólares, la suma del PIB nacional entre el año 1990 y el presente se puede estimar en más de 3 millones de millones de dólares, el presupuesto nacional llegaría, para el mismo período, a 1,3 millones de millones de dólares y el patrimonio nacional podría ser muy superior a los 20 millones de millones de dólares. O sea, ha habido muchos recursos disponibles en los últimos 25 años de democracia y, por lo tanto, la experiencia límite no es más que un detalle, que bien se puede resolver sin identificar el problema.