miércoles, 26 de octubre de 2016

BANCOS CENTRALES ¿SON ÚTILES?

Bancos centrales son útiles: ¿Alientan o detienen el desarrollo económico mundial por billones de dólares? Para algunas analistas y constituyentes los bancos centrales, en sus diferentes campos, han funcionado, desde los albores de la crisis subprime (entre 2006 y 2008), bien y para otros mal o muy mal. Esto depende de quien lo dice y los intereses que defiende o que lo respaldan. Nuestra mirada como consultores de empresas a este largo período de bajo crecimiento económico mundial, con todas las consecuencias que tiene para los diferentes tipos de empresas y de personas, está respaldada por los hallazgos, opiniones y consecuencias tenidas por muchos directivos de empresas y por la amplia información técnica que proporcionan diversos medios de comunicación internacionales. Algunos constituyentes se han visto algo favorecidos porque con bajos niveles de inversión han logrado aumentos en sus ventas y sus utilidades o han logrado aumentos extraordinarios de los valores de algunos de sus activos. Otros, en cambio, han visto definitivamente deteriorados sus resultados por las decisiones de algunos bancos centrales, que con sus reiteradas dudas sobre la tasa de interés han logrado pobres crecimientos económicos y con ello, menos demanda agregada y menos bienestar social. Por una parte, están los ideólogos que aparentemente parten de una teoría y una práctica económica que suponen que: (1) las tasas de interés cero o negativas estimulan la inversión, (2) sus modelos de anticipación históricos son los más certeros para la toma de decisiones. Estos ideólogos consideran que lo hecho en estos años ha sido correcto. A ellos se unen los miembros de algunas instituciones que se han visto favorecidas con las decisiones, titubeantes, con respecto a la tasa de interés, al empleo y a la inflación. Por otra parte, están los miembros de empresas, analistas, personas y trabajadores que han visto mermados sus ingresos netos, sus ahorros o sus remuneraciones, por las tasas de interés muchas veces negativas por años (en el país por más de dos años) al tiempo que, por ejemplo, en algunos países los trabajadores han visto reducido su poder de negociación y de compra debido al nulo o bajo crecimiento de la demanda de mano de obra, ante tasas de crecimiento económico bajas o paupérrimas. Pero, tal vez, lo más llamativo han sido cuestiones contrapuestas como las siguientes: (1) muchas instituciones financieras, frente a la visión que entregan algunos bancos centrales, vislumbran, con tasas de interés cero o negativas, dudas en el crecimiento económico y, como suponen que puede haber incremento de los impagos tienden a subir sus tasa de interés al otorgar créditos, que pocas empresas o personas están en condiciones de pagar y (2) por otro lado, esas mismas instituciones financieras no han sido capaces de orientar productivamente los enormes caudales emitidos por algunos bancos centrales (“quantitative easing”) sin antecedentes en la historia de la humanidad, por lo cual han quedado inmóviles cuantiosos fondos, y en el colmo de los colmos financieros, algunos tenedores de esos fondos sin uso, tiene que pagar a terceros para que se los custodien. Por último, viendo los pro y los contras, especialmente por los bajos crecimientos de muchas de las economías de mercado, se puede llegar a la conclusión que los bancos centrales han sido directa o indirectamente responsables de que se hayan restado a la riqueza mundial muchos billones de dólares y parte de esa responsabilidad la tienen que compartir las autoridades políticas que deben custodiar el correcto funcionamiento de las variables que determinan el crecimiento económico, la inversión, la demanda y el nivel de los precios en una economía. Como lo que está ocurriendo en términos de nivel de crecimiento económico es muy preocupante en algunos países le correspondería a las autoridades políticas cambiar la institucionalidad de su respectivo banco central, para no dejar un campo fundamental de la economía a cargo de esta institución y sus directivos, que al final no han aportado al desarrollo económico, sino que más bien, por sus permanentes e interminables indecisiones, han detenido o deteriorado ese desarrollo, aparte de que no hay, al parecer, niveles de logro que ameriten una sanción o responsabilidad institucional o personal por unos resultados económicos deficientes que afectan a toda la población. Es decir, no se puede dejar la toma de decisiones fundamentales para el desarrollo económico de una nación y, con ello el bienestar de millones de personas de cada país, en manos de unos pocos burócratas (generalmente con una misma profesión) que lo que logran es proveerse altos sueldos sin responsabilizarse por sus errores, en muchos países en la última década. Pero, aparte de lo anterior hay que reconocer que una vez que haya que revertir o terminar la emisión de esos billones de dólares que están repartidos en el mundo “nadie” está en condiciones, por ahora, de anticipar con relativa certeza lo que ocurrirá cuando vuelvan a imperar las tasas de interés positivas reales y cómo se evitará o se resolverá una posible catástrofe económica de dimensión mundial.