viernes, 29 de noviembre de 2019

POR QUÉ HAY QUE CAMBIAR LAS DECISIONES DE LOS BANCOS CENTRALES.

En estos últimos años, burócratas, elegidos por políticos, de todo el mundo, se han propuesto bajar las tasas de interés y llegar a decidir que tenga valores negativos, y sin tomar en cuenta o considerar el mayor incremento negativo que agrega la inflación de sus respectivas naciones o mercados. Es decir, han decidido que se produzcan efectos de muy diferentes naturaleza para: los depósitos a la vista, los depósitos a plazo en moneda legal, de jubilados y ahorrantes, de diferentes fondos de ahorro para las jubilaciones, para incentivar los créditos hipotecarios, incrementar el consumo de las empresas y de las personas y muchos otros efectos adicionales. Es decir, han decidido que se produzcan cambios en las riquezas de las instituciones financieras, en las persona, en el comercio y en los depositantes de recursos líquidos. No sabemos cuántos capítulos existen en los libros de economía que enseñen sobre las decisiones de tasas negativas para el desarrollo de las naciones, pero las respuestas que se escuchan son muy variadas y no son nada de convincentes para los cultores de la teoría y la práctica y menos para los respetables ciudadanos.

El embrujo de las tasas de interés negativas.

Hace algunas semanas el Presidente del Banco Central Europeo, anunció un probable “estímulo monetario” es decir, una nueva baja de la tasa de interés de 15 puntos básicos, que en la actualidad es de - 0,4%, o sea, menos 0,4%, por lo que se puede predecir que el camino virtuoso se empezará a recorrer, es decir: se reanudará la compra de activos, ya existentes y la construcción de otros nuevos, por miles de millones de euros, se incrementa la compra de los consumidores al abaratarse el crédito de sus tarjetas, se incrementarán, por lo mismo, los créditos hipotecarios y crecerá la demanda por viviendas y otras construcciones por ser más baratos los créditos respectivos y los consumidores incrementarán sus compras. Y al final, se producirá el tan esperado resultado: el PIB subirá para alegrías de todos los ciudadanos, en buena parte por el aumento de la demanda interna. Y los precios, que no son nada de tontos, aumentarán por esa nueva demanda y, así, se incrementará el IPC. En ese momento, o poco antes (y otras veces mucho después), los burócratas, elegidos por los políticos, decidirán incrementar la tasa de interés para que se frene la inversión y el consumo y el IPC no siga subiendo. Y este relato se guardará para contarlo en el próximo episodio, cuando el crecimiento del PIB este incrementando los precios internos. Pero el Banco Central Europeo, con sus propios burócratas, elegidos por sus propios políticos, ha mantenido una tasa de interés cero desde mediados de 2012 y negativa desde mediados del 2014 con el “sabio propósito de incrementar el crecimiento y de incrementar la inflación” con el propósito de incorporar nuevas demandas en su interior y, por lo tanto, de que la tasa de crecimiento se incremente y eso, hasta ahora no ha ocurrido, porque su tasa de crecimiento ha sido cercana al 2%. Y se habla de milagro porque no está ocurriendo hasta ahora. Y cuando ocurra será verdaderamente un milagro, pero no por la acción de los cerebros burocráticos y sus generadores, los políticos, sino porque se analice con las debidas habilidades y conocimientos nuevos, de por qué el “camino virtuoso está en la ruina”. Pero se puede seguir intentando revisar algunos episodios que no siguieron ese “camino virtuoso”. El año 2000 fue la crisis de las punto.com, y se olvidaron de crisis, pero antes del 2008 se hizo común en USA los créditos hipotecarios y la compra de activos con créditos, frente a esa situación los burócratas del Banco Central subieron las tasa entre el 2004 y 2007 de 2,5 a 5,25 %, para frenar el crecimiento y cuando la relación entre el valor de las propiedades inmobiliarias (real estate) y la renta anual era de 24 veces, demostró que era un sector extremadamente sobrevalorado. ¿Y qué ocurrió?

Una crisis que dejó un reguero de quiebras, y que hasta hoy día tiene sus graves consecuencias, porque para superarla los mismos tipos de personajes, burócratas y políticos, que hicieron que se produjera el fenómeno de las “hipotecas malas” bajaron las tasas de interés y se pusieron a entregar dinero nuevo para que las economías se recuperan de la caída brutal. Y aún no termina de retirarse esos miles de millones de dólares y de euros que están disponibles. ¿Acaso, esa crisis no le costó a Chile gastarse, con la sabiduría de los políticos de entonces, 10 mil millones de dólares para salvar la economía?

Pero esto no es lo único que llama la atención de las decisiones tomadas por los burócratas de los bancos centrales en relación a la tasa de interés y sus materias íntimamente relacionadas, porque con anterioridad el Banco Central de Japón bajó la tasa, por la deflación, a - 0,1% en el 2016 (para reactivar el consumo) después de años de bajo crecimiento y hoy es de 0,010% a diferentes plazos, pero ya en el 2010 la había tenido entre 0 y 0,1 %. Por otra parte, el crecimiento del PIB y de los precios ha tendido a subir en el último tiempo, y con un IPC de 0,6% que hace que la tasa real de interés sea aún más negativa.

Pero, hay más países que tienen tasas de interés negativas o cercanas a cero, que pueden ser aún más negativas si se las relaciona con las inflaciones internas. Por ejemplo, Suiza tiene una tasa de interés negativa que es - 0,750%. A su vez, Suecia también tiene una tasa de interés negativa de – 0.25% y, finalmente, en Australia la tasa de interés es de 1,0 y el IPC en doce meses de 1,6%.

Y hay muchos ejemplos de explicaciones que se dan para decidir tasas de interés negativas, por ejemplo, en Dinamarca se ha usado la tasa negativa para re pactar hipotecas y tomar hipotecas, endeudamiento fácil y peligroso .

Vea a continuación algunas relaciones entre las cifras de crecimiento económico, inflación y tasa de interés de Japón, de la Unión Europea y de uno de sus hasta ahora miembros, el Reino Unido.

Año             PIB  Japón     PIB Unión Europea       PIB Reino Unido
 2018                   0,8                  1,9                               1,4
 2015                   1,2                  2,1                               2,3
 2010                   4,7                  2,1                               1,7
 2000                   2,3                  3,8                               3,5
 IPC                     0,6               1,3-1,6                           2,1
 Tasa interés         0,01             -0,4                                0,75
 
 Y a continuación se muestran cifras nacionales para la relación TPM, IPC y PIB que muestran lo suficiente como para que el lector haga su propia lectura y llegue a su propia conclusión:

 AÑO        MES           TPM %     IPC %       PIB %
2014         Enero            4,5
                 Diciembre     3,0          4,6%          1,8
2015         Enero             3,0
                 Diciembre      3,35       4,4             2,3
2016         Enero             3,5
                 Diciembre      3,5         2,7             1,7
2017         Enero             3,4
                 Diciembre     2,5          2,3             1,3
2018         Enero            2,5     
                 Diciembre     2,75        2,6             4,0
2019         Enero            2,75
                 Junio             2,5   
                 Agosto           2,5           2,0
                 Septiembre    2,0
                 Diciembre                                  2,25-,75% (e)

Lo que se puede observar es que:





























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































nte casi 6 años la TPM ha bajado, casi constantemente, desde un 4,5% a un 2%, 2 La inflación bajó de un 4,6% en doce meses a un 2,6% en doce meses. 3. El PIB se mantuvo casi sin variación, con la excepción del año 2018. Conclusión 1.- Durante casi 6 años la baja de la tasa, en Chile, no produjo ni aumento de la demanda para que se produjera más inflación, ni aumentó el producto interno bruto como se anticipa repetidamente. Conclusión 2.- Japón baja su PIB, aun con tasas de interés negativas, lo mismo le ocurre a la Unión Europea y a uno de sus miembros, el Reino Unido y el caso nacional es diferente en sus resultados, porque siempre los crecimientos incluidos son superiores a los otros 3 ejemplos, pero la receta burocrática empleada es similar: “bajar la tasa para que crezca la economía” Conclusion 3.- A comienzos del año 2018 publicamos a lo largo del país una nota que decía que “entre los años 2014 y 2017 los burócratas, elegidos por los políticos de turno, bajaron la tasa de política monetaria (TPM) desde el 4,5 al 2,5%” y lo curioso es que no hubo tal aumento en los precios (por el supuesto que una TPM debía impulsar la demanda y con ello los precios de los bienes), sino que el Índice de Precios al Consumidor bajó desde un 4,6% anual a un 2,1% anual. Conclusión 4.- Pero aún más extraño es que el PIB, en Chile, no creció, sino que fue inferior al 2%. (1,825%). Y saber que el PIB venía de cuatro años (desde 2010 a 2014) que creció en promedio un 5,35% anual. Y para el colmo de la desventura de los burócratas, y de los políticos que los eligieron, el año 2018 el PIB subió 4%, para luego volver a caer en el presente año. Las consecuencias mundiales y nacionales de las tasas de interés negativas. Por una parte, se puede considerar que las decisiones de tasas cercanas a cero o negativas, o que son negativas porque las inflaciones son superiores a ellas, les lleva a hacer anticipaciones sobre el futuro de la economía que merecen varias observaciones: (1) Tienen objetivos que van más allá de la economía y, por lo tanto, debiera haber consejeros de diferentes profesiones. (2) La tasa de interés decidida por una autoridad es, generalmente, una tasa de interés más que se podría perfectamente dejar a las fuerzas del mercado, ya que en el mercado hay muchas otras tasas de interés que operan, aparte de las muchas tasas de interés del extranjero a las que hoy se tiene acceso (en muchos países se creía que el precio de las divisas debía ser fijado por “una Autoridad” y hoy día hay muchos que operan como mercados libres)- (3) Las proyecciones de cifras de IPC y de PIB que se entregan, relacionadas con los movimientos de las tasas de interés fijadas son simplemente posibilidades, con una desconocida probabilidad de ocurrencia y nunca apuntan a las crisis que pueden producir, supuestamente porque se trata de desconocer o reducir los peligros de errores por razones bastante concretas: (1) conocimientos insuficientes o por falta de conocimientos, (2) por falta de acuciosidad en los anuncios, o (3) tal vez para congraciarse con quienes los nombran. (4) Los cambios en las tasas no identifican con claridad a quienes favorece y a quienes perjudica, lo que debe estar bien documentado por las estadísticas que manejan esos bancos, pero que se presentan de manera exhaustiva. Volviendo a la crisis del 2008-2009 que terminó generando una cantidad de dinero de tal magnitud que su retiro aún no se termina, pero que dejó muchos recursos en diferentes manos. Si a estos recursos que están ociosos se agregan los de las enormes utilidades de las empresas de altas tecnologías y a los miles de millones de dólares que están en las paraísos fiscales, se llega a la conclusión de que en el mundo hay una gran cantidad de dinero que no se invierte en la creación de nueva riqueza y que con tal de preservar esos enormes volúmenes de dinero se está dispuesto a colocar en instituciones donde deben pagar para que los cuiden, o sea, instituciones que usan tasas de interés negativos, aparte de que muchos de estos fondos eluden el pago de impuestos. Por lo menos hay dos alcances a hacer a las autoridades monetarias. Es legítimo que quien dispone de recursos financieros y que no los invierte en actividades productivas haga con ellos lo que le plazca, pero sin duda que su tenencia bajo condiciones de interés negativo afecta a los ahorrantes de menores volúmenes y eso no parece ser legítimo y por lo tanto la autoridad debiera velar por actuar sobre estas materias. Por eso, no es tan extravagante lo propuesto por Silvio Gessel de que se cobrara un impuesto sobre la posesión de efectivo, o lo propuesto por Greg Mankiw que sugirió que por medio de una lotería se eligiera al azar números de series de billetes y fueran declarados nulos, de manera que fuera peligroso quedarse con dinero en efectivo, bajo tierra o en una institución financiera. Lo anterior está muy ligado a la distribución de la riqueza en el mundo, que según un conocido banco suizo, había en el 2015 casi 34 millones de personas, o sea, el 0,7% de la población que poseía el 45,2% de la riqueza total y que el 10% de las personas más acaudaladas del mundo poseían el 88% de los activos totales. Por otra parte el Fondo Monetario Internacional, en relación con la inversión extranjera directa que está depositada en países como Luxemburgo, o los Países Bajos es atraida con tasas de interés negativa, pero con el mérito de evitar pagar impuesto por esos recursos en los lugares que se produjeron. Pero junto con estos fondos están los que representan casi el 8% del PIB mundial de riqueza privada que está oculta en centros financieros extraterritoriales, algo así como 7 millones de millones de dólares, lo cual se supone proviene de actividades ilícitas. Por lo anterior se hace necesario revisa los roles de los bancos centrales en relación con la determinación de las tasas interés negativas, porque no toman en consideración de las otras muchas variables que determinan la cantidad de dinero que hay en el mundo y en los países, la riqueza que representa y la gran cantidad de recursos que no contribuyen al desarrollo de los países sino que se transforman en dineros acaparados, que no importa pagar porque los cuiden. Pero que representan una base potencial de inflación incalculable en la medida que entren a invertirse o a gastarse en los mercados de los bienes y servicios y creen una crisis monumental en todo el mundo, sin que se haya anticipado porque quienes deben advertirlo, porque estén cuidando sus puestos y sus acuerdos con otros burócratas y con algunos políticos. De ocurrir una debacle en estos términos lo mejor será que los bancos centrales haya que eliminarlos porque lo que a lo que han llegado con la tasa de interés negativa es que han fomentan que los enormes incrementos en la masa de dinero líquido no se inviertan en crear riqueza, sino que se transforman en atesoramiento improductivo. Por eso, qué importa para los acaudalados que la tasa de interés sea negativa, si eso es como pagar un precio porque les guarden sus fondos, pero a un jubilado una tasa negativa es ir a una vida cada día más precaria y fundirle los ahorros que ha realizado con gran esfuerzo a lo largo de su vida. ¿Y qué pensarán los trabajadores activos que están ahorrando para su pensión futura? Los ciudadanos no votamos para que desaprensivos burócratas que tienen remuneraciones millonarias, tomen esas decisiones y, además de que son escogidos, por otros políticos profesionales, que generalmente también tienen rentas millonarias. Pero también hay otras razones para incentivar la eliminación o los cambios profundos a las actividades de los bancos centrales en relación a las tasas de interés. Por una parte, se debe reconocer que el ámbito que cubren los efectos directos de un cambio de carácter “monopólico” de una tasa de interés se refiere a sus consecuencias sobre básicamente dos variables: los precios y el crecimiento de una economía y cuando más a sus efectos sobre los contornos: ahorro, pensiones, excedentes para las instituciones financieras y otras cuestiones por el estilo. Pero, sus repercusiones son muy superiores a ellas como por ejemplo, los efectos sobre el empleo cuando se estimula la construcción o la industrialización o cuando se desincentiva, los efectos que tiene en el transporte para incrementarlo o para reducirlo y así se puede seguir incorporando otros sectores, que aunque se consideren alejados, se ven afectados por un cambio que se presume que está muy alejado de esos efectos. Esto ocurre porque no se toma en cuenta que con el manejo de variables económicas, como ocurre en múltiples materias, se inician variaciones que van mucho más allá que los efectos inmediatos en cuanto a, por ejemplo, precios o crecimiento económico. Estos temas no deben estudiarse sólo desde el punto de vista de una o dos variables, sino que también de otros cambios, aparentemente independientes, que estimulan las reacciones y los movimientos que se producen, por muy diferentes razones, en variables que se supone que no tienen que ver, por ignorancia, de una realidad que está permanentemente interconectada directamente, en el caso de este tema, con el cambio en el valor de la tasa de interés o el futuro de la variación de la tasa anual de crecimiento económico y de la variación en los precios. Hay que modernizarse con la aplicación de ecosistemas y del conocimiento intersticial. A partir de hace algunos años se ha entrado a aplicar dos nuevos conceptos para una mejor comprensión y manejo de sistemas complejos. Los dos conceptos son los “ecosistemas” y el “conocimiento intersticial”. Al considerar la aplicación del ecosistema, se está en mejores condiciones para estudiar, diseñar y manejar los problemas complejos existentes y para hacer frente a la realidad de maneras más coherente y completa que las formas más tradicionales de analizar y de actuar en diferentes situaciones singulares que enfrentan las sociedades Y cuando se aplica el conocimiento intersticial lo que se busca es llenar los vacíos que existen entre los atributos y los propósitos de diferentes elementos o singularidades, para encontrar relaciones que hasta ese momento son desconocidas y que cuando se encuentran pueden ser conocimientos indispensables para llegar a respuestas inéditas para el tradicional conocimiento singular. Sobre la base anterior se puede diseñar y utilizar un “ecosistema económico” cuyo propósito podría estar centrado en, por ejemplo, el desarrollo económico, el que debería tomar en consideración muchas otras variables económicas y otras que provienen de otros tipos de conocimientos. Se debe interrelacionar e integrar las variables económicas con cuestiones tales como: los recursos necesarios internos o si hay que atraerlos desde el exterior, los sectores que tienen expectativa de desarrollo, la disponibilidad de personas calificadas para desarrollar los proyectos para las nuevas inversiones, si el desarrollo de nuevos productos o servicios se debe dirigir al consumo interno o a la exportación, si se dispone de la nuevas tecnologías para ser más productivos, si los centros de educación superior están formando a los profesionales para participar en el desarrollo, si hay que seleccionar los territorios donde el desarrollo sea más potente, y muchas variables más, algunas de las cuales se modificarán, además, por otros cambios independientes, las condiciones legales y ambientales que están en funcionamiento, el espíritu emprendedor de la comunidad y muchos otros más y que son diferentes a los que impulsen a como ahora a las modificaciones de la TPM. Con respecto a la aplicación del conocimiento intersticial se puede decir que debiera ser un paso más avanzado para el mejor diseño y manejo de los ecosistemas. Es decir, que cuando se tenga un cierto dominio público del ecosistema, se podrá ir a la aplicación del conocimiento intersticial. Pero para eso hay que primero introducirlo en la educación superior y luego, en todos los niveles de la educación de manera que forme parte del ecosistema del conocimiento de una sociedad.