lunes, 1 de enero de 2018

LA POLÍTICA COMO UN NEGOCIO.

La política como un negocio: ¿Es un mercado competitivo nacional una vía para ser un país económicamente desarrollado? El negocio presidencial, los productos o servicios y los consumidores. La campaña presidencial reciente se asemeja a un mercado competitivo, donde los clientes son los votantes y los candidatos (o servicios o productos) serían los negocios. En la primera vuelta se presentaron 8 productos en competencia y se suponía que habría algo más de seis millones de consumidores. En este caso los estudios de mercado daban unas preferencias que sorprendieron a clientes y negocios cuando se supieron los resultados de la venta. Y esto ocurrió simplemente porque ni los encuestadores ni los encuestados podían anticipar con certeza los resultados futuros, dado que el futuro es siempre incierto. Algunos resultados fueron: (1) en la primera vuelta los productos más vendidos fueron los de la izquierda con el 55,43% de los compradores, contra el 44% que compró derecha; (2) con estos resultados el Gobierno y los otros negocios de izquierda deben haber sentido que podían tener más del 50% de los compradores en la segunda vuelta (3) pero que había que hacer una campaña publicitaria en favor de su negocio y una, muy fuerte, en contra del producto derecha, (4) los líderes de esta campaña fueron productos o negocios que quedaron rechazados en la primera vuelta y (5) como resultado final de la segunda vuelta el producto derecha lo compró más del 55% de los consumidores. O sea, aproximadamente un 10% de los compradores finales no entendió, no escucho o no se dio por enterado de la campaña publicitaria que indicaba que no había que comprar la derecha, cuando habían comprado izquierda. Y, por lo tanto, los ideólogos de esa campaña sobre valoraron sus argumentos y apelaciones y hasta ahora no se conoce alguna auditoría que explique porque los consumidores cambiaron tan drásticamente su decisión de compra. En mercados competitivos de esta naturaleza se pueden constatar algunos hechos y no menores: (1) la balanza final, esta vez, se inclinó hacia el negocio contrario al del régimen vigente. ¿Si hubiera ganado la izquierda se habría ido inclinando el país hacia extremos, imitando tiempos pasados? (2) En la primera elección hubo consumidores que adquirieron votos para representantes de izquierda que luego, en la segunda vuelta, cambiaron de dirección ¿Estarán conscientes de lo que vale el poder de compra de aquellos miembros que no fueron “respaldados” en la segunda votación? ¿Es necesaria una buena explicación sobre conducta del consumidor frente a estos servicios? No es extraño hablar de “negocio” en política cuando a esta palabra se la define como “la negación del ocio” y que en lenguaje de empresa se le da a las actividades que generan ingresos monetarios, que incurren en costos para generarlos y en los que se espera que haya un margen positivo. En este caso los ingresos han sido proporcionados por privados más los montos que se pagan por voto o compra recibida y los gastos son los necesarios para producir los ingresos. Este mercado de elecciones se debiera abrir nuevamente en los años 2020 y 2021, por lo cual hay tiempo para preparar los productos, las encuestas, las estrategias, los planes y los recursos y una serie de otras actividades. También constatamos que durante la campaña se soslayó el tema de la corrupción y sus consecuencias económicas. Fueron casi 4 años en que se revelaron diferentes formas de corrupción, de robo, de aprovechamiento al límite del poder, en instituciones civiles y militares. Tampoco se escaparon de delitos graves de colusión de importantes empresas nacionales. O sea, un período con atentados contra la ciudadanía que no pueden olvidarse y que tomaron diferentes formas de negocios “ilícitos” o a los que la mayoría de la población considera deleznable y contra los cuales el nuevo gobierno debiera actuar con el máximo vigor. Los otros negocios de la Nación. Creemos que el nuevo gobierno deberá tener presente hechos como los anteriores y entender que hay negocios legítimos y negocios ilegítimos, y que éstos deben ser perseguidos con prontitud y que sus penas deben ser cuantiosas en dinero y en privación de la libertad, y que se debe seguir lo que establece el Artículo 19 de la Constitución, que está vigente, y que asegura a todas las personas, en su inciso “21°. El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen.” Y que por otra parte señala que “El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán sometidas a la legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de las excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser, asimismo, de quórum calificado;” Por lo tanto, el próximo Gobierno puede hacer mucho para el desarrollo económico especialmente en fomentar el crecimiento de los privados, pues son los que tiene o tenemos la responsabilidad de generar inversiones y desarrollo económico, lo que al parecer olvidaron todos o casi todos entre los años 2014 y 2017 y es de esperar que después de tanto tiempo sin ejercitarlo se recuerde como hacerlo.  Los aportes siguientes para llegar a ser un país desarrollado económicamente. En artículos siguientes seguiremos comentando de qué manera la política, los partidos, el gobierno y otros organismos forman parte del aparato económico nacional y que deben estimular un nivel de crecimiento necesario para llegar a ser en algún momento un país desarrollado. Por eso, es conveniente que cada negocio sea rentable (ingresos superiores a los costos y obtener una rentabilidad aceptable para el capital arriesgado) de manera que crezca su aporte al crecimiento de la economía. También, es necesario resaltar que las recetas tradicionales de crecimiento económico no sirven para llegar a ser un país desarrollado: que tasas de crecimientos del PIB de 3 o 5% anuales son insuficientes y seguir principalmente con explotación de materias primas y del precio del dólar es casi una ingenuidad. El crecimiento verdadero para ser desarrollado procederá de cambios profundos en hacer nuevos negocios nacionales, pero que tendrán que tener una proyección internacional desconocida hasta ahora. Y tenemos dudas que en las actuales condiciones se tengan la voluntad y las capacidades necesarias para arriesgarse a ser “revolucionarios” en la economía nacional.

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