En que los que han aplicado todas sus capacidades, virtudes, bondades, méritos, proyecciones de futuro, en calidad de - nacionalismo, socialismo, capitalismo, comunismo, o primera, segunda o tercera vía al desarrollo – y no logran dar con adecuadas soluciones sociales, políticas, económicas o ambientales, reconozcan que han fallado rotundamente, todos por igual.
Esos movimientos han usado a la humanidad, en las últimas décadas, como laboratorio de prueba.
Prometieron y no han cumplido o han cumplido a medias. Tenían y tienen a los más capaces, a los más inteligentes, a los con mejor formación, a los herederos y a los recién llegado, muchos tuvieron hasta la fuerza, e igual fallaron.
Ahora prometen tener la solución para lograr una realidad más adecuada, si es que los países se endeudan más - para gastar más, para crear supuestos puestos de trabajo para millones de cesantes y de jóvenes sin destino – se creará dinero hasta límites increíbles. Con esta solución pagarán los futuros habitantes, en un mundo que vivirá en la mayor inflación de la historia.
Hoy día, al proclamar acciones y promesas de un futuro mejor, esperan mantener la ilusión de que tienen la solución, con lo cual pueden seguir explotando sus posiciones y sus privilegios.
Las comunidades de los países - con o sin democracia - ¿estarán esperando que la solución inflacionaria llevará probablemente a la apertura de caminos no conocidos hasta ahora y muy lejos de los que reinan hasta el presente?
Que escasa es la reflexión sobre el futuro.
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