viernes, 30 de diciembre de 2016

HABLANDO O BALBUCEANDO SOBRE EL FUTURO ECONÓMICO?

¿Hablando o balbuceando sobre el futuro económico? Siempre nos ha sorprendido que sea el Banco Central el que haga proyecciones sistemáticas sobre inflación y crecimiento económico y las comunique a la comunidad y que el gobierno de turno no presente ante al país algún un tipo de resumen sobre lo que se puede esperar de él en cuestiones económicas. El Central tiene como decisión principal: subir, bajar o mantener la TPM y continuamente tiene que hacer correcciones a sus cifras anticipadas porque sus modelos, por más poderosos que sean, trabajan sobre la base de datos históricos y sobre cuestiones económicas, políticas, sociales o ambientales inciertas, que tienen posibilidades de hacerse presentes y, en consecuencia, cambiar los rumbos anticipados para la economía. Por ejemplo, el concepto de “escenario base” no deja satisfechas, para nada, las incertidumbres que se harán presente en el mañana y, por lo tanto, habría que poder confrontarlas con las que puede anticipar quién es el verdadero responsable de gran parte de los efectos que se producen en los precios de los productos y servicios y en el crecimiento económico, es decir, el gobierno de turno. Lo se indica está avalado, en buena parte, por el tipo de palabras y de frases que emplea el Central cuando señala, por ejemplo: “proveer información útil para la formulación de las expectativas de los agentes económicos sobre la trayectoria futura de la inflación y del producto”. ¿A caso la información que proporciona no es sólo un valor de entre muchos que pueden ocurrir, sin conocerse su posible probabilidad? ¿Y, por lo tanto, es cierto que sea útil? Otro ejemplo, cuando dice: “se resumen las consecuencias del análisis para las perspectivas y riesgos sobre la inflación y el crecimiento económico en los próximos ocho trimestres”. ¿Quién podría dar alguna certeza sobre lo que ocurrirá en ese período, cuando en los últimos años las desviaciones entre el IPC anticipado y real han sido tan notorias? Llama aún más la atención cuando señala: “los riesgos han aumentado y de concretarse las tendencias delineadas en el escenario base será necesario incrementar el impulso monetario” ¿Es ese escenario base el único escenario razonable para imaginar cómo podría ser el futuro? Creemos que por nuestros estudios sobre futuro la respuesta debiera ser un rotundo no. ¿Por qué tanta seguridad de que el riesgo está dirigido sólo a aumentar el impulso monetario? ¿A caso no es el mismo riesgo que durante los últimos años no produjo el tan ansiado crecimiento económico, con una tasa de interés real negativa, que mermó los recursos ahorrados por las personas? ¿Qué decir de las tasas de crecimiento bajas de Japón y de la UE con tasas de interés negativas? Y, así siguen las muchas otras frases que llaman la atención sobre la anticipación del futuro. Como la siguiente: “Las proyecciones del escenario base considera precios de US$ 2,35 y 2,40 para el cobre el 2017 y 2018, El precio del petróleo se espera será algo mayor que el previsto en Septiembre promediando en torno a US$ 55 el barril el 2017-2018”. ¿Acaso estos no son productos cuyos precios, por años, han sido tan variables y sus cambios de dirección tan sorprendentes? Es por lo anterior que sugerimos la necesidad de tener, entre otras posibilidades (a) que una autoridad ejecutiva decida sobre la TPM y sobre la anticipación de otros indicadores económicos o (b) que el gobierno de turno tenga la obligación de entregar información sistemática sobre indicadores y resultados que se pueden esperar para los próximos trimestres, de manera de poder comparar las visiones, junto con una explicación de las diferencias que se han producido entre lo anticipado y lo real y el aprendizaje que se extrae de esas desviaciones. Conclusión: Creemos que éste es un buen el momento para que se pueda (a) dar más precisiones sobre el significado y la complejidad de las cifras de anticipación económica y los riesgos de tomarlas por su número, y (b) que se den las necesarias explicaciones y las lecciones que se sacan con las comparaciones entre lo anticipado y lo real. Y que, sobre este tipo de conocimiento, se decida sobre la contribución real que tienen las instituciones que son responsables de tan valiosas y riesgosas informaciones.

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