Es un hecho que la mayoría de los pronósticos hechos a fines del 2007 para el 2008 no se cumplirán y es casi una certeza, según los expertos que el IPC anualizado va a bajar en los próximos 13 meses. El problema está en que durante ya 15 meses la tasa de política monetaria (TPM) ha sido inferior a la inflación anualizada y con ello se ha incentivado la inflación y se han creado dificultades enormes para tomar decisiones de inversión de las empresas y de las personas. No es menor que en este período los depósitos a plazo hayan obtenido un rendimiento negativo, es decir, un "interés" inferior al IPC, cuando algunas las instituciones financieras prestaban esos mismos fondos a UF más algo, con un abierto desincentivo al ahorro.
El mantenimiento sostenido de una TPM inferior al IPC anual ha producido un efecto anti mercado competitivo, con un indeseado traspaso de riqueza de personas a empresas. Esta situación, de alta TPM negativa, no tiene parangón en los últimos años, puesto que cuando en 1998 la TPM sobrepasó los 2 dígitos el IPC anual apenas supero el 5%.
Las decisiones que conducen a una TPM negativa tienen unas enormes consecuencias y no pueden seguir teniendo un efecto desbastador sobre los ingresos y los ahorros de las personas, que son las que al final crean la demanda que será tan necesaria durante el 2009, sin olvidar todas las alzas de precios que se producirán por los productos y servicios indexados, las alzas en la locomoción de Santiago, los aranceles, las contribuciones, los peajes, y una larga lista adicional, sin dejar de lado el alza de los productos importados por el efecto dólar.
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