Para mover y mantener en movimiento al mundo se requiere una enorme cantidad de energía. Las condiciones en que se producen y se consumen esas energías ha tenido un fuerte cambio en los últimos años producto, supongo principalmente, por el crecimiento que han tenido las economías de los países desarrollados y las economía de los países emergentes.
Entre las consecuencias de estos cambios están los aumentos de precios de las energías más tradicionales y la proliferación de nuevas fuentes de energía que no están extendidas como la nuclear y muchas otras que quieren ser sustitutos parciales o totales para el consumo humano.
Hace algunos años se previó que el país sería afectado para este nuevo estado de la energía y se trabajó sobre la ampliación de la matriz energética, como una manera de encontrar las fuentes de energía que debían existir para que volumen, en calidad y en precio ayudaran al crecimiento futuro de la economía.
Es poco probable que se encuentre opositores a la idea de disponer de un marco conceptual que vislumbre las alternativas que, se supone en un momento, puedan ser las mejores fuentes de energía para una economía como la nuestra, que ha basado su desarrollo en las fuentes hidroeléctricas, el petróleo y el carbón. La incertidumbre con respecto a los potenciales crecimientos de estas fuentes, el valor de sus inversiones, los impactos medioambientales que producen y los precios finales para quienes los consuman, lleva a la conclusión de que es posible y conveniente considerar la existencia de nuevas fuentes de energía, que sustituyan en forma parcial o muy parcial a las fuentes tradicionales.
Cada fuente tradicional, y desde luego muchas de las nuevas, considera tecnologías de producción, transmisión o transporte y consumo que son tan distintas que para se comprensión y proyección se requiere de personal particularmente experto para proyectar los beneficios y los peligros de entrar a abastecerse de ellas en forma regular.
Frente a esta diversidad, para llegar a construir una matriz de fuentes de energías que incluya:
- A todas las posibles, es decir, que sean factibles de ser consideradas como fuentes actuales y futuras.
- Los volúmenes y los costos y precios al consumidor de cada una, en sus diferentes momentos en el futuro
- Las estimaciones de las inversiones que se requieren para cada alternativa, incluyendo los costos propios del mantenimiento de un ambiente limpio y protegido.
- Etc.
es necesario recurrir a las capacidades de una amplia diversidad de personas con formaciones y experiencias muy especiales, las cuales puedan expresar su mejores proyecciones y puedan intercambiar puntos de vista cuando se comparan las diferentes fuentes en el conjunto.
Este esfuerzo se puede hacer por medio de una aplicación del Método Delfo, que se ha empleado en muchos países para aunar esfuerzos frente a situaciones que deparan futuros inciertos y que afectan a muchas personas o tienen consecuencias significativas para el continuo desarrollo.
En las empresas dedicadas a la producción de energía, en las universidades, en los institutos y centros de investigación, en las agrupaciones empresariales y profesionales, en instituciones sociales se encuentran las personas, que en calidad de expertos pueden ayudar a formular una matriz energética que sirva de base para que los entes políticos construyan las bases para divulgar, regular e incentivar el desarrollo de las diferentes fuentes de energía que convienen a las condiciones particulares del país.
Entre las consecuencias de estos cambios están los aumentos de precios de las energías más tradicionales y la proliferación de nuevas fuentes de energía que no están extendidas como la nuclear y muchas otras que quieren ser sustitutos parciales o totales para el consumo humano.
Hace algunos años se previó que el país sería afectado para este nuevo estado de la energía y se trabajó sobre la ampliación de la matriz energética, como una manera de encontrar las fuentes de energía que debían existir para que volumen, en calidad y en precio ayudaran al crecimiento futuro de la economía.
Es poco probable que se encuentre opositores a la idea de disponer de un marco conceptual que vislumbre las alternativas que, se supone en un momento, puedan ser las mejores fuentes de energía para una economía como la nuestra, que ha basado su desarrollo en las fuentes hidroeléctricas, el petróleo y el carbón. La incertidumbre con respecto a los potenciales crecimientos de estas fuentes, el valor de sus inversiones, los impactos medioambientales que producen y los precios finales para quienes los consuman, lleva a la conclusión de que es posible y conveniente considerar la existencia de nuevas fuentes de energía, que sustituyan en forma parcial o muy parcial a las fuentes tradicionales.
Cada fuente tradicional, y desde luego muchas de las nuevas, considera tecnologías de producción, transmisión o transporte y consumo que son tan distintas que para se comprensión y proyección se requiere de personal particularmente experto para proyectar los beneficios y los peligros de entrar a abastecerse de ellas en forma regular.
Frente a esta diversidad, para llegar a construir una matriz de fuentes de energías que incluya:
- A todas las posibles, es decir, que sean factibles de ser consideradas como fuentes actuales y futuras.
- Los volúmenes y los costos y precios al consumidor de cada una, en sus diferentes momentos en el futuro
- Las estimaciones de las inversiones que se requieren para cada alternativa, incluyendo los costos propios del mantenimiento de un ambiente limpio y protegido.
- Etc.
es necesario recurrir a las capacidades de una amplia diversidad de personas con formaciones y experiencias muy especiales, las cuales puedan expresar su mejores proyecciones y puedan intercambiar puntos de vista cuando se comparan las diferentes fuentes en el conjunto.
Este esfuerzo se puede hacer por medio de una aplicación del Método Delfo, que se ha empleado en muchos países para aunar esfuerzos frente a situaciones que deparan futuros inciertos y que afectan a muchas personas o tienen consecuencias significativas para el continuo desarrollo.
En las empresas dedicadas a la producción de energía, en las universidades, en los institutos y centros de investigación, en las agrupaciones empresariales y profesionales, en instituciones sociales se encuentran las personas, que en calidad de expertos pueden ayudar a formular una matriz energética que sirva de base para que los entes políticos construyan las bases para divulgar, regular e incentivar el desarrollo de las diferentes fuentes de energía que convienen a las condiciones particulares del país.
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