viernes, 14 de marzo de 2008

EL MERCADO ES MÁS FUERTE.


Desde hace décadas muchos gobiernos han empleado el impuesto a los combustibles líquidos, en especial los que se emplean en los automóviles, como una forma de recoger dinero para sus gastos. Los argumentos a favor de tales medidas son muy numerosos, como, por ejemplo, que con estos aumentos de precio al consumidor se reducía el gasto en petróleo.

Pasaron los años, y los gobiernos recolectaron mucho dinero, porque se aprovechaban de que el consumo de combustibles líquidos era bastante inflexible ante los aumentos de precio al consumidor.

En muchos casos el monto de los impuesto superaba el 50% del precio final al detalle.

Finalmente, los países productores de petróleo y las compañías que lo producen, se dieron cuenta que debían agradecer a todos esos gobiernos que habían hecho el experimento de subir exageradamente el precio de los combustibles, o sea, que habían hecho el trabajo sucio de subir el precio del producto y. al mismo tiempo, se dieron cuenta que era el momento para empezar a succionar los impuestos nacionales, por la vía del aumento del precio mundial del petróleo.

Dado el nivel de precios actuales, si una parte de esos impuestos se traspasa a los productores de petróleo el precio podría perfectamente llegar a más de 200 dólares el barril. Así que, o a bajar los impuestos locales a los combustibles o a esperar que muy pronto el barril de acerque a un nuevo record inimaginable de precio.

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